Nervios. Vergüenza. Ansiedad. Sudores fríos. Pánico.
Por tener un examen. Por tener que exponer delante de compañeros del instituto, universidad o trabajo. Por tener que vender un proyecto ante potenciales compradores. Por tener que tocar un instrumento, cantar o recitar un monólogo en público.
Ahí estás tú. Una maraña de nervios con forma humana.
¿Sabes que es lo que más me calma a mí en esas situaciones? Pensar en lo poco importante que soy en el universo. En lo poco que represento. En lo insignificante que soy.
Como dice el título de la entrada, cuando tengas nervios por cosas tan mundanas como una exposición o un examen, recuerda: a veces es un consuelo ser tan poca cosa (en el universo) 😛